Paré en un
restaurante-hostal de carretera a desayunar, los camiones ocupaban gran parte
del parking, sus conductores estarían desperezándose para emprender su
viaje. Los jamones adornaban el techo de la barra, un bigotón obeso jugaba a la
tragaperras, la camarera no tenía acento de Burgos, pedí una cerveza y un
bocata de jamón; ni la retirada de puntos, ni los ilustrativos anuncios de la DGT cambiaran
mis hábitos alimenticios. De las escaleras que daban a las habitaciones
empezaban a brotar cuerpos grandes embobecidos, acompañados por un halo a after save y reflex, también bajaba alguna que otra puta traída expresamente de algún club
cercano (ese aroma sí me resultaba familiar). En quince minutos el bar estaba
lleno de prisas y despedidas. Una mano se posó en mi hombro – Qué tal, cuánto
tiempo –Ya ves, me cambiaron la ruta, tú también estas lejos de donde te
encontré la última vez – A mi también me hacen cambiar de ruta – A las cinco tengo que estar en un polígono de
Benavente, me sobra tiempo –Pues es tu día de suerte, la habitación esta paga hasta las doce, si no
te importa acostarte donde hace unas horas roncaba un fresador de Cigales -Contigo me acostaría en esa cama aunque acabaran de levantar el cadáver
putrefacto de un alcalde de vox.
A la una nos despedimos -¿Te llevo a algún sitio? –No, unas compañeras vienen a comer, quedé con ellas,
trabajamos en un club a menos de un kilómetro de aquí –Pues me pasaré a
verte, me has dado más amor en una hora, que lo que muchos puedan llegar a recibir en toda su miserable y aseada vida.
Empezaba el goteo de gente para almorzar: un viejo hablaba solo y se rascaba los güevos,
dos tipos discutían de no sé que entrenador portugués, la
televisión difamaba sobre la crisis mundial, en la puerta del
negocio se hacinaba un grupo de fumadores entre esputos y toses. Hoy no
habría dado ni un duro por este día, aunque de vez en cuando dudo sobre la
existencia de los ángeles. Entré en la cabina del camión, busqué una vieja
cinta de Malevaje y la introduje en el radio-cassete, quería continuar el
viaje soñando con Margot.
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